¿La última musa del Marqués de Bradomín?

Virginia  Milner  Garlitz

Profesora Emérita, Plymouth State University, NH, USA

 

        Sabemos que uno de los poemas de El Pasajero (1920) de Valle-Inclán, «Rosa gitana» que aparece en la sección denominada «Tentaciones» fue inspirado por "la bailarina de los pies desnudos", Carmen Tórtola Valencia (1882-1955), que cautivó a muchos de los contemporáneos de Valle quienes la inmortalizaron en la poesía y la pintura (Amor y Vásquez, «Terpsícore»). El poema apareció primero bajo el título de «A Tórtola» en 1912.

         En ese mismo año Valle empezó a escribir los ensayos que iban a integrar La lámpara maravillosa (Garlitz, «La evolución»). La primera edición de El Pasajero (1920) es la obra más cercana en estilo y contenido a La lámpara maravillosa, la única de sus obras que Valle dedicó completamente a sus teorías estéticas (Garlitz, «La peregrinación» y El centro). Me pregunto si otros de los poemas de El Pasajero puedan haber sido inspirados por otras mujeres "tentadoras". Pienso principalmente en la chilena Teresa Wilms Montt (María Teresa de las Mercedes Wilms Montt, 1893-1921).

Teresa Wilms Montt

        En su artículo «Valle-Inclán y las mujeres itinerantes», Leda Schiavo nos convence de la influencia de Teresa Wilms en «Clave I», el primer poema de la última colección de poemas de don Ramón, La pipa de kif. Ese poema termina con el signo de la cruz, exactamente como firmaba Teresa Wilms sus propios poemas como "Teresa de la Cruz, que ella escribía como Teresa de la +" (Schiavo: 251) .

       Teresa Wilms Montt llegó a Madrid en 1918, en febrero según González Vergara (Canto) o a fines de enero y principios de febrero, según Hormigón (Biografía cronológica: 755). Ella se quedó en la capital hasta finales de julio y volvió brevemente en noviembre de ese mismo año. En 1919 Teresa volvió a Madrid por segunda y última vez y el 28 de noviembre publicó allí su poema titulado «Beelzebuth», según dice Hormigón (Biografía: 795), sin darnos referencias bibliográficas.

       El compatriota de Teresa, Joaquín Edwards Bello (1887-1958) describe una relación juguetona entre Valle y Teresa. Indica que Teresa se consideraba la inspiración de la nueva dirección poética de don Ramón en Pipa de kif. Edwards recuerda que cuando estaba con los dos una noche en el Café Gato Negro, Valle recitó el poema que Schiavo identifica como «Aleluya», «Clave II», el segundo poema de la colección de Pipa publicada en 1919 («Mujeres»: 253).

        Sabemos que, además del uso de marihuana y de kif, y su amor por la poesía, Valle y Teresa compartían un interés por el ocultismo. (Sobre el ocultismo en Valle, véase Garlitz, El centro, y «Ocultismo»). Teresa se asoció con grupos masónicos durante su residencia en Valdivia en 1912.(González Vergara, Canto) Y según Muñoz Coloma («Patrona»), ella aun pudiera haber elegido la fecha de su suicidio, justamente antes de la Navidad, por sus conotaciones místicas. En su prólogo a Anuarí, la colección de poemas en prosa de Teresa, Valle la describe como bajando de la montaña sagrada arrastrando "el prestigio esotérico de algún antiguo culto al viento y al mar, a la tierra y al fuego" (Obra completa, II: 1749).

Teresa también se asoció con grupos literarios y feministas en Santiago en 1911, cuando vivía con su esposo en la capital chilena. (González Vergara, Canto).

     1918 fue un año difícil para Valle-Inclán. Ni su Lámpara maravillosa, publicada como libro en 1916 (para la recepción de esta obra clave, véase Garlitz, «Humo y luz» y El centro) ni su libro A medianoche (1917), basado en sus experiencias en las trincheras de la Gran Guerra como corresponsal de El Imparcial, le habían traído el éxito esperado (sobre la relación de esta obra y La lámpara, véanse Lima, «The Gnostic Flight» y Garlitz, «La estética»). Empeoró su siempre precaria situación económica y probablemente ello afectó de manera negativa a su relación con su mujer, Josefina Blanco, entonces madre de cuatro hijos. Josefina había dejado el teatro para entonces, pero aunque según Domínquez («Una mujer»), ella nunca se arrepintió de ello, su retiro significaba menos ingresos para la familia. No sorprende, pues que Valle pasara el año viajando de acá para allá entre Galicia y Madrid.

     Como cualquier otro hombre apasionado, Valle no podía escapar a la obvia atracción de la bella chilena de 25 años, rubia y de grandes ojos de un intenso azul claro, que tenía un pasado muy trágico. (Para sus famosos "ojos glaucos", véase nuestra foto 1.)

    Martín Cerda dice que "es sin duda la mujer más trágica de la literatura de este siglo" [el siglo XX] (apud Ortega Parada). Teresa fue encerrada en un convento y separada de sus dos hijitas por su propia familia, al sospecharse un amorío entre ella y el amigo y primo de su libertino y abusivo esposo(González Vergara, Canto). Se escapó del convento gracias a la ayuda del joven poeta Vicente Huidobro y fue con él a Buenos Aires donde colaboró, entre otras publicaciones, en Nosotros, la misma revista literaria que organizó un banquete de homenaje a Valle-Inclán cuando estaba en la capital argentina durante su gira de 1910 (véase Garlitz, Andanzas).

     Muñoz Coloma describe a Teresa como el arquetipo de la femme fatale. En efecto, según la descripción realizada por Cansinos Assens, Teresa podría ser o la precursora de las sirenas del cine de los años 30 como Marlena Dietrich o una sucesora de una larga línea de Salomés, tan importante para el arte y la literatura de la Belle Epoque. Escribe Cansinos Assens: Teresa de la Cruz

Es bella e interesante de grandes ojos pasionales y tristes y un gesto amargo y desdeñoso en los labios pintados.... Viste de negro y sobre el descote luce una crucecita negra que casi se pierde entre los pechos mórbidos. Se sienta en el diván con aire desesperado, cruza las piernas y fuma en una boquilla de marfil que maneja como un puntero, en tanto le sirven una copa de coñac.... Me tiende la mano bella y enjoyada y con las uñas pintadas de rojo nerviosa y viril... parece poseída de una pena y un desencanto universales. (apud Schiavo, «Mujeres»: 255)

Ella le deja "inundado por un perfume maléfico de flor baudelariana." (Hormigón, Biografía: 256).

Nuestra foto 2 muestra a Teresa llevando no la crucecita descrita aquí, sino la que podría ser la gran cruz negra que, según su hija Silvia, le regaló el rey Alfonso XIII (Schiavo: 255).    

    Durante su primera estancia en Madrid, Teresa parecía mentalmente inestable, debido probablemente a la depresión causada por la separación de sus hijas y a su adicción a la morfina y otros opiáceos. El amigo de Edwards, Lasso de la Vega (Rafael, marqués de Villanova,1890-1959), un poeta sevillano que Cansinos Assens considera un parásito, le empuja a dejar a Teresa a quien califica como "ninfomaníaca insaciable, “una vampiresa"(Hormigón:758).

    Edwards está de acuerdo que ella sufría de neurostenia, pues afirma que muchas veces ella creía que iba a morir y tenía que salir fuera para no ahogarse. Edwards confiesa que Teresa le está acechando. Cuando él cambió de domicilio, ella lo descubrió y al no encontrarlo en casa, ella firmó en su puerta con una cruz trazada con la sangre de su menstruación. Cansinos concluye diciendo que "Es una mujer terrible, une fleur du mal (apud Hormigón, Biografía: 769).

    En 1918, un año después de la ejecución de Mata Hari en París por haber sido un agente doble para los alemanes, Teresa fue detenida y deportada de los Estados Unidos, bajo sospecha de que ella también fuera una espía, debido, probablemente al hecho de que, como Mata Hari, era una joven atractiva que viajaba sola y porque tenía un apellido alemán. En realidad, en 1918, Teresa, agobiada por el suicidio de un joven pretendiente argentino, iba camino a los Estados Unidos para alistarse en la Cruz Roja para acudir al frente francés. Así es que Teresa y Valle compartían todavía otra cosa, su simpatía por la causa aliada (sobre la aliadofilia de Valle-Inclán, véase Monge, «Los Aliados»).

   Un año después, Teresa fue deportada de Francia, esta vez por sospecha de ser conspiradora bolchevique (Hormigón). Volvió a España, estableciendo su domicilio en Madrid antes de mudarse a París por última vez.

    Además de ser extremadamente bella, como se ve en las fotos que incluimos aquí, Teresa era una talentosa escritora que publicó cuentos y poemas en Buenos Aires y en Madrid. Escribió una colección de poemas en prosa titulada Anuarí, nombre poético de Horacio Ramos Mejía, un adolescente argentino que, posiblemente por el desaire de Teresa, se abrió las venas ante la presencia de Teresa en su bañera en Buenos Aires. Sólo después de su muerte, Teresa decidió que estaba enamorada del joven y le dedicó unos versos llenos de pasión erótica e imágenes macabras. Schiavo («Mujeres»: 252) la llama típica decadentista "tanto por la exacerbación de lo macabro como por la delectación en el sufrimiento". De ese modo comparte todavía otro interés con Valle-Inclán, al menos en la literatura, la necrofilia. Pienso, por ejemplo, en Rosa de papel, donde Julepe hace el amor con su mujer después de haberla matado por dinero o en Sonata de otoño, en la que el Marqués de Bradomín hace el amor con Concha en su lecho de muerte.

    La costumbre de Teresa de vestirse siempre de negro y la decoración de su habitación que Edwards describe como "tapizada de negro [donde] tenía cráneos y vidas de santos, y puñales mayalos y muñequitas de Nuremburgo. Era una mezcla extraña de cosas infantiles y truculentas: lo macabro en una caja de dulces"(apud Schiavo «mujeres:» 261) reflejan su obsesión con la muerte.

   Valle-Inclán escribió el prólogo para Anuarí publicado en 1918. Allí, don Ramón llama a Teresa una "frágil y blonda druidesa" y se refiere al efecto de su voz con términos que recuerdan los de La lámpara que describen el poder de la música verbal:

Tiene la clara diafanidad en las altas cimas y no sabemos si es lejos o cerca de nosotros cuando suena el maravilloso silencio... maravillosa virtud de esa voz que golpea la puerta de bronce del templo de Isis: los ecos milenarios se despiertan y las sombras acuden al conjuro, pasan guiadas por la música de las palabras que se abren como círculos mágicos en un aire nocturno... maravillosa voz alejandrina que renueva el temblor de las visiones apocalípticas y la mística calentura del fakir que deslíe su conciencia en el Gran Todo. (énfasis mío)(Obra completa, II: 1749).

    A su vez Teresa describe a Valle en el capítulo XXIII como "un mago fakir antes de Cristo" y se refiere a su Lámpara maravillosa: "sobre mi mesa las páginas de La lámpara maravillosa se abrieron como brazos en la sombra". Menciona su capa diciendo: "Pasó su luenga barba hacía compás al vuelo de su capa inflada". Teresa también llevaba una capa, una pequeña "capelina" que su hija Silvia describe en sus memorias (Schiavo, «Mujeres»: 255).

    González Vergara nos dice que Valle acompañó a Teresa en una excursión a Avila y Toledo en junio de 1918, sin especificar la fecha. Edwards dice que Teresa se conmovió mucho al ver la ciudad de su tocaya y afirmó que quería pasar sus últimos días allí (Schiavo, «Mujeres»: 253).

    La colección de poemas titulada El Pasajero se publicó el 15 de febrero de 1920, un año antes del suicidio de Teresa en París, el 24 de diciembre de 1921.

    Teresa mostraba tendencias autodestructivas durante su primera visita a Madrid, según Edwards y en palabras recogidas por Cansinos Assens en su tertulia de El Café Colonial: "Esta Teresa se está arruinando la salud, bebe, toma coca, se pincha ¡Es un dolor!" (apud Hormigón, Biografía: 757). Teresa había tratado de suicidarse una vez mientras estuvo recluida en el convento en Santiago. En aquella ocasión tomó una sobredosis de morfina. En París tomó veronal que, según la Mrs. Caldwell de Cela es un suicidio "de buen tono": "[el veronal] siempre fue de buen tono, hijo, debe tomarse con champán y de noche" (apud Muñoz Coloma, «La Patrona»).

    La edición de 1920 de El Pasajero es la única que está dividida en apartados que incluyen el de «Tentaciones». Algunos de los poemas se publicaron en junio de 1918 coincidiendo en el tiempo con la excursión de Valle y Teresa por Castilla. Uno de ellos titulado «Rosa del caminante» se publicó primero en El Imparcial como «Ciudad de Castilla» el 3 de junio de 1918. Además de las ciudades mencionadas en el último verso: Astorga, Zamora y León, el poema parece referirse a Toledo, la ciudad emblemática de la muerte y de los estragos del tiempo en La lámpara. Del mismo modo que en esta última obra, la edición de El Pasajero de 1920 presenta Galicia como el contrario de Castilla. (Sobre la importancia del concepto de los contrarios en Valle, véase Garlitz, Andanzas). En «Rosa matinal», originalmente titulado «Del Celta es la victoria», fechado el 13 de agosto de 1918, contrasta "la parda tierra castellana" con "el verde milagro" de Galicia.

    En «Rosa del paraíso», también publicado en junio de 1918 (el 9 en El Sol) bajo el título de «Rosa del mito solar», parece continuar la descripción de Galicia: "el campo verde de una tinta tierna, /los montes de amatista opaca".

    En La lámpara el narrador se conecta con Toledo al describir el retrato del Cardenal Tavera que El Greco realizó a partir de la máscara mortuoria conservada y ello implica que su verdadero rostro será revelado por ese "último gesto" de la muerte. Una de las primeras referencias a una máscara semejante que hace Valle se encuentra en la conferencia «Los excitantes» que dio en Buenos Aires durante su gira de 1910 (véase Garlitz, Andanzas) en la cual dice que, debido al efecto del haschich, "en su rostro sintió algo que era la sensación exacta de una máscara de cera puesta en él".

Julio Romero de Torres, Teresa
              Wilms    En 1918, don Ramón sólo tenía 52 años, pero debió de haberse sentido mucho más mayor y cercano a la revelación de su propio "último gesto", en presencia de la bella tentadora de 25 años que era Teresa.

    Su amigo Edwards, quien los observó durante una madrugada en el Café Gato Negro fumando kif y escribiendo en la misma mesa y después en una malograda cena [Teresa estropeó la comida] en casa de o Anselmo Miguel Nieto o Romero de Torres, quienes pintaron sendos retratos de Teresa, opinó que la relación entre ellos era la de padre e hija. El retrato de Romero de Torres, en nuestra foto 3 (que se reproduce en la Biografía de Hormigón: 754) es el que se incluyó en la exposición del artista cordobés en 1922 en Buenos Aires (Santos Zas, «De puño»). No he podido localizar el retrato de Nieto. Ortega Pareda («La patrona») señala la existencia de todavía otro retrato en óleo por el afamado artista hispano-francés Antonio de la Gándara (1862-1917) en el Museo Histórico Palmera Romano en Limache, Chile (véase nuestra foto 4). Hay un misterio en cuanto a su fecha. Se da como 1918, pero cuando Teresa estaba en España aquel año, Gándara ya había muerto. Puede haberse pintado antes de la salida de Teresa de América del Sur, pero ella no se parece a una femme fatale en este retrato.
Antono de la Gandara, Teresa Wilms

    Aunque Edwards describe la relación de Valle con Teresa como la de un padre y una hija, Hormigón y Schiavo creen que había algo más serio allí. En efecto, Schiavo nos convence de que podríamos leer «Clave I» de Pipa como un poema de amor dedicado a Teresa.

    Yo iría aún más lejos para decir que todo el conjunto de poemas publicados durante la primera estancia de Teresa en Madrid, o sea desde febrero hasta noviembre de 1918, pueden leerse como una historia de amor o al menos como una historia de la inspiración de Teresa en la obra de don Ramón. Según su costumbre, Valle se sirve de su obra dedicada a otra persona para presentar algunas de sus propias ideas estéticas, como por ejemplo en sus ensayos sobre las Exposiciones nacionales de Bellas Artes de 1908 y 1912 (véase Garlitz, El centro).

    Si consideramos la «Clave I» de Pipa de kif como la culminación de ese conjunto poético, entonces podemos seguir las imágenes e ideas que llegan hasta allí. Algunos de los poemas se conectan con imágenes y conceptos encontrados en La lámpara publicados en forma de libro dos años antes. Son una celebración de la juventud de Teresa y su efecto sobre el "yo" poético. En «Clave I», su musa es "la niña primavera", la Princesa "corazón de abril", quien le hace volver a los días de su niñez cuando el mundo tenía la gracia de la mañana. Ella hace cantar a sus sentidos en el corazón del cristal azul. Ella conmovió la "rosa de su corazón".

    Una posible alusión a Teresa como "Princesa abril" puede verse en «Rosa de mi abril», publicado en El Imparcial el 19 de agosto de 1918. Describe a un amor perdido que, nuevamente encontrado en un azul jardín de abril, le guía ahora por un sendero nuevo. Notamos que «Rosa de abril» es el título de la Virgen de Monteserrat en la canción de arte de Jacinto Verdaguer (1845-1902) «Virolai» de 1880.

    «Rosa de furias» publicado más tarde como «Rosa del destino» (El Imparcial, 24 de febrero de 1919) parece incidir en el contenido poético de «Clave I»: "Y jamás le nieguen tus cabellos de oro jarcias a mi barca, todo de cristal". Describe su barco de marfil navegando bajo una luna llena en abril. El "yo" poético puede referirse al impacto de Teresa en su vida cuando dice "Y era abril cuando ululante / por mi vida pasó un ciclón".

    En «Clave I», el "yo" poético llama a su musa su "spiritu gentil". Esta referencia al aria más famosa de La favorita de Donizetti (1894) refleja el amor de Teresa por la ópera, una pasión que la atrajo inicialmente a su esposo, según González Vergara (Canto). El titulo del aria, "espíritu de la luz ", puede referirse al interés de ambos, Valle y Teresa, por la luz, particularmente por la luz solar y su asociación esotérica. (Sobre la importancia de la luz en la obra de Valle, véase Fernández Ripoll). Esta asociación se repite en el verso "En la risa joven del Numen Solar". 

     En su prólogo a Anuarí, Valle-Inclán repite un tema gnóstico de La lámpara que es el de aquella luz sagrada que inspira al hombre caído a volver a ella: "El barro recuerda la hora en que salió del caos... con el dolor de la caída se junta el anhelo por volver a la luz".

    «Rosa del sol», publicado primero el 13 de octubre de 1918 como «Rito juliano», es un himno al sol en su sentido esotérico, como la luz que ilumina las Ideas Eternas en el hombre mediante el verbo, que es la poesía. Esta luz, en su forma de poesía, redime o transforma la roca terrestre en cristal o sustancia pura: "Sacro verbo redime la Roca de Mundo / Su estrella trasciende al Cristal".

     La referencia al emperador Juliano en el título original de este poema se elabora en el muy complejo poema «Rosas astrales» (El pasajero, 1920. Desconozco si este poema se publicó con anterioridad). En este poema surge el emperador Juliano como el Apóstata que renegó de Cristo al retomar los cultos paganos del sol y se le considera como el primero en percibir el poder de los astros en la creación de la poesía. El poema llama a los astros o pequeños soles las llaves del Gran Todo. Contienen el poder del demiurgo, el dios gnóstico de la creación, quien, como la rosa alejandrina en La lámpara, representa el tipo de arte en el cual el artista mira el mundo desde una perspectiva alejada y desapasionada. Yo considero el poema «Rosa gnóstica», publicado primero como «Credo» en El Sol el 9 de junio de 1918, como una condensación de ese credo artístico expresado en La lámpara (véase Garlitz, «La peregrinación»).

    Un poema publicado primero en El Sol el 9 de junio de 1918 bajo el título de «Rosa del mito solar» lleva como epígrafe un verso de Darío que se repite más adelante en el poema: "era el cielo cristal, canto y sonrisa". Este poema se convierte en «Rosa del paraíso» en 1920. Se refiere al domingo de ramos y sabemos que en 1918 la Pascua fue en abril: "Esta emoción divina es de la infancia cuando felices el camino andamos / Y todo se disvuelve en la fragancia de un Domingo de Ramos".

      González Vergara conoce una carta inédita de Valle a Teresa en la cual se dirige a ella como "preciosa cristal". Como se sabe, el cristal es un elemento muy importante en la teoría estética de Valle-Inclán, que elabora en La Lámpara (véanse Garlitz, El centro; Schiavo, «Cristal» y Lo Dato, All That Glitters). En aquella obra, Valle conecta el cristal con otra de sus imágenes claves, la rosa. ¿Puede ser que Teresa, el precioso cristal sea también la rosa? En «Clave I» de Pipa de kif, ella es la rosa y él es el toro. Tal vez eso quiera decir que Teresa pudiera ser la musa principal de los Poemas de las rosas, que es el primer título que Valle da a la colección de poemas que después se convertiría en El pasajero. El título de Poemas de las rosas aplicado a la poesía de Valle-Inclán apareció primero en El Imparcial en el conjunto de poemas llamado Las rosas pánicas el 10 de junio de 1918.

    En 1915 Valle publicó un ensayo titulado «Las tres rosas estéticas» que integró más tarde en La lámpara (véase Garlitz, «La evolución») Allí la tercera rosa es la alejandrina, el mismo adjetivo que Valle emplea para describir la voz de Teresa en su prólogo a Anuarí. Esto nos ayuda a probar que Teresa es la "cortesana de Alejandría" como veremos más adelante. En La lámpara la rosa alejandrina se refiere al tercer sendero estético, es decir el arte gnóstico en el cual el artista observa el mundo desde una perspectiva altiva y alejada, como vimos en «Rosa gnóstica» (véase Garlitz, El centro y «Ocultismo»). Es ésta la que será la perspectiva del esperpento.

    El cristal se conecta lógicamente con otra imagen clave de toda la obra valleinclaniana, eso es el espejo (véase, por ejemplo La visión del esperpento de Cardona y Zahareas).

    En el poema «Asterisco», originalmente titulado «La gata» (El Imparcial, 9 octubre de 1918), una mujer conjura al diablo, en su apariencia como Belial, en un espejo mágico. En vez de Belial, del mismo modo como en la caverna de Platón (otra de las imágenes claves de Valle, véase Esteve «Aproximación»), el espejo revela el mundo real detrás del mundo ilusorio. La mujer gata que invoca al diablo con sus dedos en "circunflejo" nos recuerda a la madre en «Mi hermana Antonia» cuya mano ha perdido los dos dedos en el medio dándola la permanente forma de circunflejo, o sea el signo de los cuernos del diablo. Valle reeditó ese cuento el 21 de febrero de 1918. Y recordamos que Teresa escribió su propio poema dedicado a Beelzebuth, conocido como el señor de las moscas. Una mosca aparece en el poema de don Ramón: "La mosca que vuela busca en el reflejo del cristal la mano puesta en circunflejo". En 1920 este poema es seguido por «Rosa de Belial», publicado mucho antes como «El íncubo» (El Imparcial, 20 de abril de 1914), probablemente porque se trata del diablo en su misma forma de Belial que viola a una joven dormida. En uno de sus diarios, Teresa describe sus propios espejos que aparecen en el mágico número de nueve: "cuando iba a entregarme al sueño, me di cuenta de que estaba rodeada de espejos. Encendí la lámpara y los conté. Son nueve. El hondo silencio extiende su cristal opaco dentro de mi alma" (Páginas de mi diario, Londres, 16 octubre 1919: 22). Notamos que hay nueve poemas en cada uno de los cuatro apartados de El Pasajero de 1920 y que en La lámpara son nueve las experiencias extáticas por las cuales el poeta peregrino tiene que pasar antes de unirse con el Gran Todo de la Belleza Absoluta. (Sobre la importancia de los números mágicos en Valle-Inclán, véase Garlitz «La evolución», «El teosofismo» y El centro).

    En su prólogo a Anuarí, don Ramón llama a Teresa "una druidesa " y su voz "alejandrina". El poema titulado «Cortesana de Alejandría» en El Pasajero de 1920 se hace eco de esa asociación. No tengo la fecha de su primera publicación; ésta podría ser anterior.

     Cortesana de Alejandría es el subtítulo de la escandalosa novela de Anatole France, Thaís (1890). Cuenta la historia de un devoto ermitaño anacoreta que vive en el desierto. Convierte a una joven cortesana rubia de ojos claros al cristianismo, pero es seducido por ella a su vez. Es interesante notar que uno de los críticos de su obra cuando Valle estaba en Asunción durante su gira de 1910 compara su moralidad con la de la novela de France (véase Garlitz, Andanzas).

    ¿Será que el autor mayor, ahora "exiliado" de Madrid en el "desierto" de Galicia, que hasta entonces, que sepamos, había sido un esposo fiel y padre dedicado, vea un paralelo entre su relación con la joven "cortesana" Teresa, quien es rubia de ojos glaucos como Taís? Consideremos en este contexto el último verso del poema: "Antonio el anacoreta huyó de tu sombra por Alejandría. Antonio era Santo! ¿Si fuese poeta?". 

Teresa Wilms    En el poema se describe a la cortesana como "docta en los secretos de la abracadabra" y el "yo" poético la compara con la serpiente, la rosa y el fuego, una referencia a una lectura del Tarot que se infiere por el verso "dispersó en el aire tus letras mi mano". La serpiente, claro está, es el demonio tentador del Edén, que es constantemente representado como una mujer en el arte y la literatura de los años 1890, por ejemplo en la novela Salammbo de Flaubert y la pintura de los prerrafaelitas Waterhouse y Rosetti (véase Edwards). Ya hemos comentado la importancia de la rosa y se alude al fuego aquí en «Clave I» diciendo que la rosa está "encendida".

    Otro poema publicado durante la primera visita de Teresa a Madrid en 1918 como «Rosa de luz» (El Sol, 1 de septiembre) se convierte en «Rosa de Turbulus» en 1920, clave II del apartado «Tentaciones». A primera vista parece hacerse eco de Sonata de Estío en su descripción de una princesa maya en un ambiente tropical. Pero es posible ver aquí otra alusión a Teresa. Ella es exótica por ser latinoamericana y es inaccesible como una princesa por ser tan joven, más como una hija que como una amante. (Cansinos Assens la llama altiva aunque Lasso de la Vega opina que es ninfómana). Podemos conectarla con Teresa por el hecho de que se abanica con una rosa y recita versos de abril desde su hamaca que tiene "la cadenciosa curva de opio." (Véase nuestra foto 5 para una posible inspiración para esta imagen). El poema también se refiere a sus labios pintados con la llama roja de la tentación, lo cual recuerda la descripción de Cansinos Assens.

    Según González Vergara (El canto), existe otra carta de Valle en que se refiere a ella como "Niña Chole", la joven de Sonata de estío que fue seducido por su padre. Otra novela que incluye una relación incestuosa, Sonata de invierno, se reeditó el 7 de julio de 1918.

    El último poema publicado en 1918 que puede conectarse con la relación entre Valle y Teresa apareció en El Imparcial el 4 de noviembre, es decir, después de que Teresa dejara Madrid por primera vez. Se trata de «Rosa de bronce» que aparece en 1920 como «Rosa del rebelde». ¿Puede ser que el último verso sea una expresión del arrepentimiento que siente don Ramón por esa relación con Teresa?: "La casa profané con mi lascivia".

    Desde luego, todo esto es una pura conjetura en este momento. Tendremos que esperar hasta que González Vergara localice y publique las dos cartas de Valle a Teresa (Hormigón cree que una de las cartas fue enviada durante la segunda visita de Teresa a Madrid, cuando no pudo ver a don Ramón porque estaba en Galicia en ese momento, Biografía: 791), y otro diario inédito que afirma conocer, así como a investigaciones adicionales sobre una mujer que bien pudo ser la última musa del Marqués de Bradomín, Teresa Wilms Montt.
 
  2010
© Virginia Milner Garlitz
(traducción: Jesús Mª Monge)


OBRAS CITADAS

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 El Pasajero, núm. 26, 2011