E L
T E A T R O C A T A L Á N
intensidad dramática
y de una extraordinaria fuerza de humanidad, con orientaciones hacia el
verdadero teatro moderno, ese teatro que no se satisface con lo externo,
sino que ahonda en el alma humana, todo ello sin despreciar los elementos
del medio ambiente, con lo cual se quiere decir que su teatro ha de ser
por fuerza, antes que otra cosa, teatro catalán… Y no hemos de dejar
en olvido el nombre de Maragall, el excelso poeta, autor de la tragedia
Nausica,
escrita en un estilo clásicamente griego y revestida por el rozagante
ropaje de sus versos admirables.
Como de
entre los autores del teatro catalán no hemos hecho más que
citar al acaso algunos nombres, lo mismo hemos de hacer ahora con respecto
a los comediantes, añadiendo a los que antes hemos dado, los nombres
de
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C R Ó
N I C A S Y C U E N T O S
Miguel Llimona, de Juan
Bertrán, de Pilar Clemente, de Concepción Ferrer, de Manuel
Panadés, de Mercedes Abella, de Joaquín Pinós, de
Josefa Morera, de Jaime Martí, de Dolores Delhom, de Adela Clemente,
de Pedro Riutort, y de Santolaria y de Daroqui y de Jaime Borrás
y de tantísimos otros actores que han dado muchos y grandes días
de verdadera gloria a la escena catalana.
P. [Pomés, Ramón]
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Citaremos empero como recuerdo histórico los sainetes del arquitecto
Renart, que revelaban mayor cultura que los de Robreño, y los albores
del teatro Odeón, donde Joaquín Dimas y después Jaime
Piquet, dieron vida a estupendos engendros, que carecían por completo
de finalidad artística y moral.
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