V A L L E - I N C L Á N   Y   L A   P I N T U R A  ·   3


 V a l l e · I n c l á n   y   J u a n  de  E c h e v a r r í a  y  Z u r i c a l d a y
 R e t r a t o  de  I t u r r i n o,   1 9 1 9
 

    Juan de Echevarría, pintor musical y pitagórico, que oye el renovar de la siringa griega en las dulzainas de las breñas cántabras, no es extraño a la lección de Castilla. Con el Arco de la Vieja sobre el prado, en la luz naranja y en la sombra morada, quebrando aceros la llovizna, ha visto danzar el aurresku a un coro de faunos: Hombre de mirar sagrado, acendra en sus pinceles aquella gracia de matinal y virginal lujuria con que todas las cosas renacen y se aman bajo los ojos santificados del sátiro. Pero este pintor, que con amorosos pinceles labra musicales esmaltes, mira por veces la humana forma con horror del monje acalenturado. Juan de Echevarría, que en el ritornelo pánida, amor risueño de prados y fuentes, se corresponde con los líricos lusitanos —en el círculo de sensibilidades ibéricas—, por sus retratos ascéticos y monstruosos, parece un gótico imaginero castellano. ¡Qué ajena la visión eufórica de los paisajes a esta dramática tortura de la línea, a esta rebusca del carácter, a este ahínco por fijar en un gesto la pesadumbre de la vida consciente!
 

Valle-Inclán, «Glosa literaria»
Catálogo de la Exposición de Juan de Echevarría, Madrid, 1923.

 

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