P R Ó L O G O    A    A N U A R Í

   Estos poemas, como versículos de un libro sagrado, hacen sonar la cadena de los siglos, y tienen la misteriosa resonancia de las voces elementales. Pasa sobre ellos el soplo profético: el barro recuerda la hora en que salió del caos, y el espíritu la Divina Cáligo. Con el dolor de la caída se junta el anhelo por volver a la luz. Maravillosa virtud la de esta voz que golpea la puerta de bronce del templo de Isis: los ecos milenarios se despiertan, y las sombras antiguas acuden al conjuro, pasan guiadas por la música de las palabras que se abren como círculos mágicos en un aire nocturno.
  Tiene esta voz una gracia alejandrina, en ella se juntan como en el antro de un viejo alquimista, los verdes venenos de sierpes y plantas, las piedras cristalinas donde están grabados los signos salomónicos,  y  las  esferas   de 

C R Ó N I C A S  Y  C U E N T O S
 
bronce que marcan el camino de los astros paralelo al camino de las vidas. Maravillosa voz alejandrina que renueva el temblor de las visiones apocalípticas, y la mística calentura del fakir que deslía su conciencia en el Gran Todo.
Valle-Inclán.


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