Josep Catasús Torné
(IES Sabadell)
Disponen ya los lectores de Valle-Inclán —especialistas o no, valleinclanistas o valleinclanianos—, de una de las Semblanzas que viene publicando Ediciones Eneida en la Colección que lleva por nombre el de dicho bosquejo biográfico. Este proyecto editorial, ya realidad, cuenta con el beneplácito de la «Federación de Asociaciones de Profesores de Español» repartidas por todo el país. Destacar esta aquiescencia no parece nada gratuito a la hora de constatar la voluntad divulgativa, sí, pero desde una perspectiva ampliamente docente —cabría decir etimológicamente docente—, de los tomitos, pues de tomitos se trata sin que ello vaya en detrimento de la calidad e incluso de la cantidad, como se intentará razonar más tarde.
En contraste con el resto de Semblanzas —todas muy recomendables como es de rigor constatar—, dedicadas, entre otros autores, a Cervantes, Galdós, García Lorca y Rubén Darío, la dedicada a Valle-Inclán ostenta una autoría compartida por el ya muy reconocido «Taller de Investigaciones Valleinclanianas».
Es bien sabido que desde la antigüedad las limitaciones autoimpuestas en el campo de las ideas y también en la creación son un ejercicio que contribuye a fortalecer las producciones del espíritu y de la mente. La breve extensión de la monografía dedicada a don Ramón María en absoluto ha ido en detrimento del calado y la profundidad del resultado final.
A la didáctica que hay que buscar, y que desgraciadamente no siempre se encuentra en toda obra de estas características, se une, como no podía ser de otro modo, una toma de postura «ideológica» frente a la recepción y valoración de la obra valleinclaniana, destacándose en el estudio no tan sólo el proceso de génesis y desarrollo del esperpento en sus distintas facetas genéricas, sino también el tratado estético, de capital importancia dentro de la trayectoria vital y de la escritura de Valle, que tanta relación establecía entre ambas, que es La lámpara maravillosa , publicado en 1916. Se destaca, por lo tanto, el carácter abiertamente renovador, desde supuestos éticos y estéticos, de toda la obra del autor.
Esta semblanza biográfica se estructura cronológicamente, partiendo de las vivencias personales e incluso artísticas del autor, pero sin perder de vista la constante evolución de su obra, en contraste con la semblanza dedicada a Rubén Darío, por ejemplo. Esto parece muy oportuno al tratarse de una obra que «se resiste a una lectura superficial o de mero entretenimiento», como se razona en la introducción. Una obra cuyo autor —mediante la palabra, la obra e incluso la omisión— se encargó de dotar de vida propia e independiente, como sucede con muchas grandes obras de la modernidad, de cuya vertiente hispánica es representante radical.
Siguiendo fielmente las características de la colección, acompañan a la semblanza de nuevo cuño una selección de textos del propio autor y, nuevamente, en este aspecto, se hace evidente el buen hacer de los antólogos, que incluyen los tres textos esenciales sobre la estética esperpéntica: la Escena Duodécima de Luces de bohemia , «Hablando con Valle-Inclán de él y de su obra» (entrevista con Gregorio Martínez Sierra), y el prólogo de Los cuernos de don Friolera. Cabe añadir también que uno de los fragmentos más extensos se dedica a esa obra que el propio autor consideró clave dentro de su producción y su vida: La lámpara maravillosa, cuya «renovación idiomática (...) tiene como resultado final este sermo vulgaris que hablan todos los personajes del esperpento», en palabras de los miembros del «Taller».
Lo anteriormente expuesto no es óbice para que, además de los textos anteriormente mencionados, la antología de la obra de Valle incluya todas sus obras capitales, trabajo a todas luces hercúleo en un libro de poco más de cien páginas. Si acaso, tan sólo podemos echar de menos alguna representación de su labor periodística que sí es mentada en el estudio, dado que también fue un campo de creación donde el autor libró batallas en pos de una constante depuración de su estilo y donde, obviamente, expresó opiniones críticas más o menos personales. Sobre la ausencia de representación de su correspondencia y sus conferencias, acaso objeto de estudio únicamente para especialistas, parece oportuno constatar que su inclusión probablemente no era oportuna en un libro con los objetivos del que nos ocupa.
Por otro lado, es justo señalar el acierto de la cronología, que relaciona la vida y obra con el contexto histórico y cultural; y sobre todo la selección de textos capitales de entre la abundante bibliografía crítica sobre Valle, que bien puede ayudar a quienes quieran profundizar en el escritor a iniciar su sendero con paso seguro: en este sentido, cabe destacar que resultan bien visibles los puntos cardinales de la teoría y la crítica sobre su obra.
La única salvedad que cabe hacerle al resultado final, que en absoluto va en detrimento de su calado como resulta evidente, acaba siendo su acierto a la hora de mostrarnos toda la trayectoria creativa de Valle-Inclán (quien fue él mismo una «creación propia», según expresó en diversas ocasiones). Esto puede llevar a que, en tiempos como los actuales —de premura «mediatizada» y, por qué no decirlo, de una cierta pereza mental—, el texto acabe convirtiéndose en la única referencia para algunos de los que se acerquen por primera vez al escritor. En cuyo caso se perderían irremisiblemente el «verso enigmático» del autor, que tan acertadamente destacan los autores del ensayo en el siguiente fragmento extraído de La lámpara maravillosa y que abre la Semblanza, señalando el carácter profético de dicho texto valleinclaniano:
Y el poeta ha de esperar siempre en un día lejano, donde su verso enigmático sea como diamante de luz para otras almas de cuyos sentimientos y emociones sólo ha sido precursor.Este libro sin duda contribuye a que ese día esté más cerca.
El Pasajero, estío 2003
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