El joven Valle-Inclán en México (1892-93)
 

Nicolas Fernández Medina

Stanford University, California

    
Valle-Inclán hacia 1894   México fue uno de los países americanos que más influenció la obra de Ramón del Valle-Inclán (1866-1936).  «¡Y decidí irme a México», nos dice el autor en una entrevista en 1921, «porque México se escribe con una x!» (Schneider 130).  De esta forma tan enigmática, Valle-Inclán llegaría por primera vez al país en abril de 1892 para quedarse hasta mediados de marzo de 1893.  En 1921 retornaría para algo más de dos meses a raíz de una invitación personal de Álvaro Obregón, presidente de la república, para celebrar las fiestas conmemorativas del Centenario de la Independencia mexicana 1. El legado literario que florece de la primera estancia en México del joven aventurero se recoge en treinta y cinco publicaciones que incluyen novelas cortas, poemas, y artículos periodísticos – casi todos dedicados a temas españoles – publicados en El Correo Español y El Universal.  El interés que suscitan estos escritos tempranos se debe a que Valle-Inclán se decidió definitivamente por la carrera literaria en México, y por ende, comenzó a cultivar con más seriedad y finura su estilo propio:
«México me abrió los ojos y me hizo poeta», admite el autor, «encontré mi propia libertad de vocación [en México]... Debo, pues, a México, indirectamente, mi carrera literaria» (Schneider 75).
  Sabemos por los estudiosos del tema mexicano – predominantemente William L. Fichter, Juan Antonio Hormigón, y Margarita Santos Zas – que la primera visita de Valle-Inclán al país supuso un amplio espacio de aprendizaje modernista. Algunos atributos de «La Niña Chole» por ejemplo, cuento y personaje entrañable que se inauguró en Femeninas (1895) y que reaparecería en Sonata de estío (1903), se forjaron durante esta época2.  Los personajes y el trasfondo ambiental de la novela Tirano Banderas (1926), desarrollada en la imaginaria república de Tierra Caliente, originaron de estas vivencias mexicanas de 1892-93. Aunque el tema del aprendizaje estético en esta época me parece admirablemente documentado por Fichter, lo que no se ha asimilado con el suficiente detalle son las primeras inclinaciones sociopolíticas del joven Valle-Inclán.Como modo de entrada a este tema, el estudio de Carlos Aguinaga, Juventud del 98 (1970) nos será útil, puesto que profundiza en el primer «despertar» ideológico de la joven generación del 98 de la que formó parte Valle-Inclán. Señala acertadamente que:
...en su juventud, durante los años claves que van de 1890 a 1905, en momentos no del todo coincidentes, los escritores que luego llamaríamos de la generación del 98 se enfrentaron con «el problema de España» desde perspectivas socio-políticas radicales que van desde el federalismo intransigente hasta el marxismo.(xii)
Para Aguinaga, las primeras insinuaciones del «despertar» de Unamuno, Azorín, Maetzu, y Blasco Ibáñez al «problema de España» – es decir, «la lucha entre los partidarios de la europeización de España y sus enemigos» – se fijan con toda claridad entre los años 1890 y 1893.Como miembro de dicha generación, la pregunta que nos ocupa al tornar la vista a Valle-Inclán es: ¿cuál fue su orientación sociopolítica al dar con su vocación literaria en México en estos años coincidentes de 1892 y 1893? 3Aunque los investigadores mencionados aportan algunos datos de provecho, a mi ver, no consolidan una visión nítida de Valle-Inclán durante este periodo de formación temprana.Así pues, a través de diez de sus escritos de tono político publicados en México y haciendo uso del valiosísimo estudio de Luis Mario Schneider, Todo Valle-Inclán en México (1992), el presente estudio recreará a un Valle-Inclán en claras vías de formación ideológica que expresaba, bien a su manera, una naciente simpatía por el socialismo, el anarquismo, los líderes republicanos y socialistas, y los trabajadores azotados por las huelgas en los Astilleros de Nervión en Bilbao.

   Desde la óptica de Fichter, el fondo sociopolítico que se desprende de la obra de Valle-Inclán en México es muy secundario a sus valoraciones estéticas y artísticas.Para Fichter, lo verdaderamente meritorio del periodo mexicano 1892-93 son las revelaciones estilísticas del joven autor:

Hasta los más rutinarios y menos originales de los escritos... se encontrará entre la balumba de noticias hoy por la mayor parte desprovistas de interés, alguna que otra observación reveladora del pensamiento o temperamento del joven escritor.(Así, por ejemplo, la admiración por Salmerón – «el ilustre republicano» – o la simpatía por los obreros sin trabajo en los Astilleros del Nervión).Más importantes por las ideas y gustos personales que revelan, son los artículos sobre autores y asuntos literarios y artísticos. («Comienzos literarios» 177).
En Ramón del Valle-Inclán: La política, la cultura, el realismo y el pueblo (1972), Juan Antonio Hormigón entra más detenidamente en la postura ideológica de Valle-Inclán en esta época.Su estudio supone un acercamiento más crítico al orbe sociopolítico que motivó a Valle-Inclán:
Su actitud es coherente con el mundo que se ha forjado.Respeta el orden y las jerarquías, combate a los conservadores pero sin decidirse por los fusionistas.Es levemente antimonárquico, y en ningún momento, ni siquiera de pasada, emite opinión alguna sobre el tradicionalismo.Es un hijo de la burguesía media, algo liberal, algo aventurero, algo romántico. (118-119)
Es dentro de este marco que Hormigón retrata al Valle-Inclán de México como un joven totalmente ajeno al pulso del pueblo, que en escasos años (la época madrileña) emprendería su largo camino hacía sus ideales: «Vamos a asistir a un proceso sorprendente, en principio; extraordinario, después a la larga marcha de un hombre desde el olvido de su pueblo hasta su reencuentro» (119).

    Para Margarita Santos Zas, autora de Tradicionalismo y literatura en Valle-Inclán (1889-1910) (1993), la experiencia mexicana de Valle-Inclán sirve, en oposición a lo expuesto por Hormigón, para revelar el arraigado tradicionalismo del joven autor gallego:

    Valle-Inclán embarca rumbo a México y durante su estancia allí colabora en la prensa mexicana con frecuencia... las publicaciones periodísticas de Valle en aquel país ofrecen muestras inequívocas de su actitud tradicionalista... (69)
Incluso antes del periplo mexicano de 1892, Zas determina que el contacto entre Valle-Inclán y figuras como Alfredo Brañas  4 era significativo en sembrar las semillas de una inclinación por lo tradicionalista (y por extensión carlista) en el joven autor.Semillas que al traspasar a la nueva centuria, florecerían en obras políticas como Sonata de invierno (1905) oLos cruzados de la causa (1908).

   Así pues, cuando indagamos en este periodo mexicano nos ubicamos entre el esteticismo de la postura de Fichter, el enfoque algo impreciso de Hormigón, y el decidido tradicionalismo propuesto por Zas.A mi juicio, ninguno de estos caminos llega a fundir los elementos más sobresalientes de las coordenadas ideológicas de Valle-Inclán durante esta época.Se trata, a mi parecer, de privar al joven Valle-Inclán del contexto más distendido de su periodo histórico.Es decir, su naciente ideología respondía directamente a los acontecimientos sociopolíticos que acaecían en España, siendo susartículos y escritos evidencia de ello, como veremos.Sin duda, su alejamiento de la península y su nuevo oficio de periodista no hizo más que calibrar su labor crítica, y por lo tanto, es imprescindible situar a Valle-Inclán apropiadamente en su contexto histórico.

   Empecemos con uno de los primeros artículos publicados por Valle-Inclán en México y que muchas veces pasa desapercibido por la crítica.En el escrito titulado «Las verbenas», fechado el 5 de mayo, el autor penetra con garbo en los «festejos y regocijos populares» de la corte española evocando la verbena de San Antonio de la Florida, que describe como una «orgía del color que marea y enfebrece» y un «venir del gentío» acentuado por los «gritos de los vendedores» y las «notas flauteadas del clarinete de Pipa.»En este ambiente de festejo popular nos topamos con los labradores de la Alcarria, recreados como hombres simples «de las ciudades y villas libres, que en las cortes castellanas con tanto tesón sostuvieron contra el poder real y la nobleza los derechos forales de sus concejos» (Schneider 70).Para Zas, la aparición de estos labradores en el campo imaginativo de Valle-Inclán ejemplifica su tradicionalismo temprano:

Hay en este texto [Las verbenas] una clara exaltación de unos valores que se proponen como manifestación genuina del espíritu y carácter de lo español, digno de perpetuarse como modo de ser y de vida.Este modo de concebir la vida define una actitud tradicionalista, de la que el carlismo se apropia para expresar su rechazo a la modernidad.(69-70)
Aunque el tono del autor en buena parte de este artículo bien se podría considerar elogioso, debemos proyectar la imagen suscitada por estos labradores dentro de unos parámetros socio-históricos más amplios.Son precisamente las últimas frases del artículo que pintan a los labradores como unos personajes rígidos y fuera de su tiempo y contexto, que en vez de adentrarse en el mundo festivo y popular que les rodea, deciden arrimarse a un romancero ciego para aprender sus antiguos romances:
Ellos conservan incólume con el traje y los usos, el espíritu español de ha cuatro siglos, la tradición netamente castellana de lealtad y franqueza.Permanecen adheridos al terruño que trabajan como los antiguos siervos de la gleba; y sin oír la voz del siglo, son hoy, lo mismo que eran cuanto lidiaban contra moros y franceses, y serán quizás mañana lo mismo que son hoy.Recorren las calles reunidos en grupos y todo lo miran entre pasmados y huraños.Donde hay un ciego, allí se paran, y no se alejan, hasta después de haberse aprendido algunos de sus cantares. (Schneider 30)
Esta escena del romancero ciego no hace más que recordarnos la visión esperpéntica que Don Estrafalario y Don Manolito contribuyen a crear en Los cuernos de don Friolera que Valle-Inclán escribiría años más tarde.Es precisamente en esta obra que Valle-Inclán expresa su total desprecio por los antiguos códigos de honor y conducta propagados por los romances del ciego.

   Entre el 20 de mayo y el 8 de junio, Valle-Inclán publicó en El Universal un total de dieciséis artículos en una nueva sección titulada «Sección de España».La sección tenía como objetivo tratar exclusivamente noticias y temas de la península, y podríamos decir que es en esta sección donde verdaderamente se empieza a vislumbrar algunos brotes políticos en Valle-Inclán.Bajo el rótulo «Ecos de la prensa española», Valle-Inclán publicaría tres artículos.En el primero, con fecha 20 de mayo, Valle-Inclán ahonda en la situación económica de España de 1892:

Parece cosa de encantamiento lo que en España sucede con las economías.Si se trata de hacerlas en el ejército, los generales amenazan con desnudar la tizona... Si es al clero a quien quiere disminuírsele el presupuesto, los obispos alzan indignados la diestra evangélica...(Schneider 32)
Seguidamente, pasa al tema de la supresión de las Audiencias:
Si de la supresión de Audiencias de lo criminal, los pueblos que se suponen perjudicados con tal medida envían procuradores al antiguo uso de Castilla, para sostener, a todo evento, lo que tanto trabajo costó instalar; y el Gobierno procura en todos estos casos sustituir la economía propuesta, con otras que ofrecen iguales dificultades para su realización. (Énfasis del autor, Schneider 32)
Valle-Inclán pasa después a lo que él denomina la «fórmula bandoleresca» del gobierno de Cánovas.Sencillamente, el gobierno fuerza con mano dura a todos los «organismos que se creen perjudicados» con la situación económica del país o con la supresión de la Audiencia a elegir – como si de un atraco de bandoleros se tratara – entre la «sumisión o la dimisión» (Schneider 32).

Con este cuadro histórico como telón de fondo, entra en escena el ex-presidente de la república Sr. Salmerón, el «ilustre republicano»5. Valle-Inclán, con hábil manejo narrativo, proyecta al Sr. Salmerón como un «gran hombre» acosado por una turba«delirante de entusiasmo», que espera su salida del tren en Madrid liberando «aplausos y los vivas al señor Salmerón, al sufragio, a los electores de Galicia y a la unión republicana.»Al final, es levantado en hombros, pero «tras titánicos esfuerzos de apartar a la multitud... logran acercársele los señores Azcárate, Pi y Margall, Pedregal, Solano y Persi, Muro, Villalba, Hervás, Cervera, Ballesteros, Hidalgo Saavedra, Prieto y Caulés, Pascual...» (Schneider 32) 6.Sin duda, Valle-Inclán retrató al ex-presidente con características propias de un gran héroe popular que conectaba entusiasmadamente con el pueblo y sus más altos representantes republicanos, puesto que El Motín, un periódico conservador, no hace mención de la celebración popular, y más aún, «le pinta subido en un coche como un vendedor de específicos o un estudiante antireeleccionista» (Schneider 33).Lo importante aquí es cómo Valle-Inclán retrata a Salmerón con el pueblo para su lector.Obviamente, no vaciló en engrandecerle en su escrito, e incluso notamos que se siente levemente ofendido con los comentarios anti-republicanos de El Motín: «¡Bah!, desgáñese El Motín, las cosas suceden cuando Dios quiere, y peor que la desunión republicana es hablar de ella como lo hacen algunos periódicos de la cáscara amarga» (Schneider 33).

    En el último artículo aparecido bajo «Ecos de la prensa española» y publicado el 24 de mayo, Valle-Inclán continua desenredando «la facundia imaginativa de los señores gacetilleros y "repórters"» de la oposición.Conviene señalar que Valle-Inclán hace referencia a la revuelta anarquista de Jerez acaecida unos meses antes de su llegada a México: «Ahora resulta, o parece resultar, que la famosa conspiración anarquista es una farsa del Gobierno para justificar sus medidas represivas» (Schneider 34).La revuelta, como nos indica Comín Colomer, transcurre a comienzos de 1892 «cuando Félix Grávalo, anarquista madrileño y albañil de oficio, llegó a Jerez en viaje de propaganda.»A raíz de las prédicas de Grávalo, «intensificados por la gran circulación de periódicos y manifiestos ácratas», jornaleros armados y provenientes de Jerez y otras poblaciones circundantes se concentraron en una masa revolucionaria.Al final, morirían tres personas y la revuelta sería suprimida con la intervención de la Guardia Civil, que «consiguió reprimir la intentona con gran facilidad» («El anarquismo» 10-11). 7

    La revuelta de Jerez aparece en el artículo «El anarquismo español» publicado el 2 de mayo.En dicho artículo, Valle-Inclán relata una simple ficción en la que, paseándose por Recoletos con un amigo andaluz, ve a Fermín Salvochea, «jefe del anarquismo en Cádiz» 8. Este roce fortuito con Salvochea propicia una conversación entre Valle-Inclán y su acompañante sobre «lo que es el anarquismo y la organización que tiene; créelo, es una de las cosas que más me atrae» (Schneider 42).Para Hormigón, hay indicios en este artículo de que Valle-Inclán quiso hacer un comentario acerca de «la falta de organización jerarquizada en el movimiento anarquista» (La política 115) 9.Sin duda, el artículo sirve para demostrar todo lo contrario.Buena parte del texto se dedica a revelar el plano organizativo del movimiento anarquista como una breve exégesis de su ideario y su funcionamiento.Es así que Valle-Inclán, mediante su interlocutor andaluz, destaca el aparato de adhesión obrera del anarquismo, su sistema organizativo, y sus vías de comunicación con el Gran Directorio en París:

Tienen delegados que dotados de esa facundia peculiar a las gentes del mediodía de España, recorren los campos y se hospedan en los cortijos, consiguiendo la adhesión de los labradores que antes estaban retraídos.Pero, sin duda, corroborando el refrán de que nadie es profeta en su patria, no son los delegados españoles los que más prosélitos alcanzan, sino los extranjeros, sobre todo en las ciudades... Cada grupo celebra sus reuniones separadamente, ya en el campo, ya en casa de algún anarquista que viva solo; es de advertir que jamás se escribe una sola letra de los acuerdos tomados.Después de las reuniones de estas pequeñas secciones, que reciben nombres como los de Venganza, Mártires de Jerez, etc., etc., se reúnen independientemente, los secretarios de cada una, que vienen a ser como jefes... Los secretarios están en relaciones con el Gran Directorio residente en París, que es de donde vienen todas las órdenes, y el que les ha dado la organización que hoy tienen.(Schneider 42)
La falta de organización jerarquizada visto por Hormigón en el artículo se basa en las siguientes dos observaciones: la primera, que los jefes anarquistas no admiten abiertamente que en verdad son jefes políticos; la segunda, los anarquistas no parecen organizarse en grupos significativos sino en pequeños mítines.Valle-Inclán, sensible no sólo al estereotipo de que los anarquistas no contaban con apenas gobernación, sino también a la represión gubernamental contra el ideario en aquella época, nos ilumina claramente el por qué de este comportamiento: «Los anarquistas no tienen listas de adeptos, ni se reúnen en grandes conciliábulos, por temor a las sorpresas de la policía...» (Schneider 42).

    Desde un plano más objetivo, tenemos que recordar que el anarquismo sí contaba con una organización ideológica y política en esta época (aunque muy pronto se vería ante desafíos considerables en Andalucía) 10.  Por ejemplo, el Primer y Segundo Certamen Socialista en España, celebrados en 1885 y 1889 respectivamente, acogieron a los grandes líderes anarquistas nacionales e internacionales, como Anselmo Lorenzo, Teobaldo Nieva, J. Serrano Oteiza, Ricardo Mella, y el cubano J. C. Campos, la francesa L. Pouzade o la portuguesa A. Vidal, que conjuntamente, y con la mira al futuro, dieron cuerpo al impulso anarquista en la península 11. Simultáneamente, se afina el aparato propagandístico del anarquismo en los periódicos Los Desheredados (Sabadell, 1886), El Productor (Barcelona, 1887), Tierra y Libertad (Barcelona, 1888) y La Anarquía (Madrid, 1890), entre otros.Me parece razonable proponer, pues, que Valle-Inclán guarecía cierta simpatía para el anarquismo.Lo suficiente como para escribir un artículo cuyo propósito era educar a su lector acerca de su programa político, si bien fuera sólo para explicar, en un breve resumen, algunos de sus fundamentos organizativos más elementales.
Pablo Iglesias  En el artículo «Pablo Iglesias» publicado el 29 de mayo, emerge esta misma simpatía ideológica por la causa política del obrero.Para críticos como Fichter, el hecho de que Valle-Inclán modificara la apariencia física del líder socialista Pablo Iglesias (1850-1925) en su artículo es evidencia de que «desde sus primeros años de aprendiz de escritor, lo que le interesaba a don Ramón no era pintar la realidad tal y como era, sino dar vuelo a la fantasía» (183) 12. Hormigón por su parte, nos indica que «aparte de ciertas invenciones en cuanto a la descripción del personaje, tiene interés el texto por la actitud imparcial que adopta hacia unas posturas entrevistas con recelo por la mayor parte de sus contemporáneos» (La política 114).Sin duda, no hay más que examinar la descripción del ferrolano Pablo Iglesias para deducir que no es ni «fantasía» ni una «actitud imparcial» lo que inspira a Valle-Inclán a transfigurar a esta figura política en un «apóstol del socialismo español.»Como hizo con Salmerón (que reaparece brevemente en este artículo), Valle-Inclán reconstruye a Pablo Iglesias como un héroe popular – en este caso un héroe que recuerda nada menos que a los «reyes de Galicia» – imbuido de un físico potente y unos ideales puros que «amenazan ser a lo adelante la religión política de todos los pueblos»:

Pablo Iglesias es hombre todavía joven.Su cabeza varonil y enérgica, que parece moldeada en bronce, recuerda la de algunos reyes de Galicia, en la Edad Media; tiene el pelo de azabache, la frente angosta, aguileña y torcida la nariz, que da marcado carácter al rostro asoleado y pecoso... toda la persona, erguida, valiente, llena de vida y de fuerza extraordinaria. (Schneider 39)
No termina aquí la construcción heroica del líder socialista.Valle-Inclán tilda su retrato haciendo referencia a su «naturaleza vigorosa y apoplética, de roble y de toro juntamente, reintegrada por un misterioso fenómeno de radiación humana» (Énfasis del autor, Schneider 39).Incluso enfatiza su «amistad nunca interrumpida» con Pablo Iglesias, resaltando que «desde el primer día me sentí atraído por aquel apóstol que no vacilaré en llamar grande.»Cuando por fin entra en el tema político del artículo, la admiración que emite Valle-Inclán por Pablo Iglesias y el socialismo es inesquivable.«Pablo Iglesias ha dado a conocer el socialismo fuera de España», nos dice Valle-Inclán, asegurándose de que el lector sepa que las ideas y opiniones del gran Iglesias se han publicado al lado de intelectuales como «Echegaray, Castelar, la Sra. Pardo Bazán y los más distinguidos hombres públicos.» 13. Pero quizás sea la siguiente frase lo que motivó a Hormigón pensar en alguna actitud imparcial de parte de Valle-Inclán: «Con una habilidad que hace honor a su ingenio [Pablo Iglesias], pone una vela a la burguesía y otra al socialismo, buscando el modo de no disgustar a nadie» (Schneider 40).Lo cierto es que si continuamos nuestra lectura, cualquier actitud imparcial desaparece en el marco de una admonición revolucionaria de Pablo Iglesias que Valle-Inclán incluye en su artículo:
Si la burguesía – dice – dando muestra de no haber perdido cabeza, hace el paso de la sociedad burguesa o individualista, a la sociedad colectivista o comunista, apenas exigirá el empleo de la violencia; si no lo hace, la revolución obrera no podrá menos de revestir caracteres sangrientos... [Pablo Iglesias] hizo resaltar la atención que el Gobierno y la burguesía prestan al obrero, lo que indica la importancia que adquiere el socialismo en todas partes... tronó indignado contra los poderes públicos, que habiendo permitido la manifestación republicana en honor a Salmerón, no permitieron la manifestación obrera en honor de la igualdad humana. (Schneider 40)
Es de notar que en ningún rincón del artículo hayamos indicios de un vejamen contra Pablo Iglesias entre sus variadas descripciones físicas, que vienen subrayadas por copiosas referencias a su gran temperamento, actitud, y honor.Pablo IglesiasTampoco existe artificio periodístico que mine la política socialista o la dedicación de su líder a sus ideales y su revolución, sino al contrario, el autor expresa simpatía por el socialismo y su líder transfigurándole en nada menos que un «apóstol» con talante de rey gallego.En fin, Valle-Inclán hace de Pablo Iglesias una figura mítica de gran «ingenio» y «radiación humana», de persona «erguida, valiente, llena de vida», que propaga la novel doctrina revolucionaria por toda Europa.Podemos concluir, especialmente con los comentarios revolucionarios aparecidos en «Una reunión de obreros» que veremos en breve, que Valle-Inclán se sentía genuinamente atraído por el socialismo.

    El interés que suscita Pablo Iglesias y el socialismo quizás proviniera de los cuantiosos artículos dedicados a las huelgas y confrontaciones en los Astilleros de Nervión que durante el periodo 1890 a 1892 salpicaron los periódicos nacionales.Durante su residencia en México, Valle-Inclán dedicaría cuatro artículos exclusivamente a las huelgas en Bilbao.La participación socialista en estas disputas obreras era de suma importancia:

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) celebra su II Congreso en Bilbao, en agosto de aquel año 1890, ciudad que ha sido testigo durante dos semanas de la huelga de unos 20,000 obreros en la ría de Nervión a causa de unos despidos injustificados.Aunque se declarara el estado de guerra y Perezagua14 fuera detenido, legalmente el triunfo de los huelguistas insufla ánimo a los 12 delegados que se reúnen en Bilbao. (Padilla 111)
El ánimo inyectado a los delegados socialistas hace que el PSOE sondee la táctica de la huelga como mecanismo de cambio.Como explica Tuñón de Lara, «los socialistas pretendían insistir en que la huelga no era un instrumento de conquista de poder», aunque añade que no «[estaban] en contra de una huelga general por motivos precisos como la que había tenido lugar en Bilbao» (327).No cabe duda de que el Congreso del PSOE en Bilbao, a raíz de estas agitadas huelgas, se torna en un acto con mayor relevancia sociopolítica para el partido y el país:
El Congreso bilbaíno es importante no sólo porque «hace doctrina» en la cuestión de la huelga o en el decidir la asistencia a las elecciones municipales y a las generales de 1891 (en el que el PSOE obtiene un total de 5,000 votos, cerca de 1,400 en Madrid), sino también porque apunta los trazos del desarrollo socialista en otras regiones. (Padilla 111)
Es precisamente este desarrollo socialista en otras regiones como Asturias y León por ejemplo, que impulsaría a figuras como Pablo Iglesias al frente de la conciencia política de toda España.

    El primer artículo que dedica Valle-Inclán a estas huelgas de los Astilleros de Nervión se publica el 27 de mayo.Bajo el título «Quiebra escandalosa», Valle-Inclán se limita a exponer el problema obrero:

El gabinete Cánovas, después de haber estado torpe, autorizando que la primera sociedad, formado bajo la razón «Palmers, Martínez Rivas y C.» se convirtiese en sociedad anónima, no ha hecho nada para evitar la catástrofe, dejando hundirse una industria que preparaba transformaciones de suma importancia en el trabajo nacional.(Schneider 37)
«Y lo más grave», nos dice Valle-Inclán, «[el gabinete Cánovas] no hizo nada ante la perspectiva de 2,000 obreros sin trabajo, cosa que siempre ha de merecer la atención de los gobiernos» (Schneider 37).Al final del artículo, el autor reproduce los telegramas intercambiados por el presidente del Consejo y Martínez Rivas (gerente de la compañía de astilleros que se interesaba en mantener la industria a flote), opinando que, «en mi sentir, este telegrama, donde se descubre la soberbia – ya legendaria – del Sr. Cánovas, ni desvirtúa ni contesta ninguno de los cargos del anterior [Martínez Rivas]» (Schneider 38).

En los dos siguientes artículos titulados «Más sobre los astilleros» y publicados el 31 de mayo y el 4 de junio, Valle-Inclán presenta nuevos datos acerca de la problemática huelguística en Bilbao, como la inercia del gobierno «cuando aún era tiempo de evitar [el desastre]», algunos acuerdos tomados por el Consejo Superior de la Marina, al igual que otro cáustico telegrama del Sr. Martínez Rivas dirigido a Cánovas.Pero Valle-Inclán puntualiza que espera «el término del debate para poder formar un juicio exacto» (Schneider 40).

Sería en el último artículo «Una reunión de obreros» que aparece el 8 de junio, que Valle-Inclán forma dicho juicio, asumiendo una posición definida en todo el asunto.Inaugura el artículo con una noticia en el que se lee las siguientes decisiones tomadas por el Consejo Superior de Marina:

Ayer se reunió el Consejo Superior de Marina bajo la presidencia del general Beránger, con asistencia del almirante Chacón, acordando que si el dictamen que emita el Consejo de Estado acerca de los Astilleros de Nervión está en consonancia con el parecer del Consejo de Marina, se estudie la forma de incautarse inmediatamente de dichos Astilleros, como asimismo la manera de que los trabajos se reanuden sin pérdida de tiempo.(Schneider 46)
La respuesta de Valle-Inclán a sus lectores no puede ser más reveladora:
Tengo para mí que este acuerdo obedece a los temores que el Gobierno tiene de que los obreros sin trabajo... se amotinen y le propicien un disgusto más que regular; lo cual a decir verdad le estaría bien empleado, aunque no fuese más que por lo descuidado que en esta cuestión anduvo. (Schneider 46)
Valle-Inclán alude aquí a la dejadez gubernamental y a la situación del paro y su posible lazo con una revuelta obrera 15.
Si consideramos cómo concluye el autor su artículo, su simpatía para el proletariado viene a consolidarse de una manera contundente:

«Pero lo que hay en todo esto, es que el Gobierno, desconsiderado siempre, desatiende la angustiosa situación de más de dos mil infelices» (Schneider 47).
   Valle-Inclán llega a articular, a través de los agravios perpetrados por el gobierno contra los Astilleros de Nervión, un problema más grave y difundido, que era precisamente «la angustiosa situación» del proletariado español.Así pues, cuando aparecen en escena los anarquistas o los «héroes» como Salmerón y Pablo Iglesias por ejemplo, aparecen, simultáneamente y en contra, Cánovas, Beránger, el Consejo de Estado, el Ministerio de Marina, y la represiva Guardia Civil.No cabe duda de que Valle-Inclán, como periodista español cuya labor era examinar los acontecimientos de interés que llegaban a México de España, era consciente de las difíciles confrontaciones que iban mudando el panorama sociopolítico del país a fines del siglo XIX.O sea, la desintegración del turno político canovista, la amplia expansión del caciquismo, el resurgimiento del conservadurismo oligárquico, el deterioro del proceso electoral, y el despliegue continuo de fuerzas de seguridad para controlar al «vulgo».Y todo ello ocurre durante la continua ascendencia de la burguesía y la infusión de capital en sectores industriales y laborales burgueses sin paliar lo que Aguinaga denomina «la pauperización de la población campesina».Sincrónicamente, y recogiendo el colectivismo reformador de Saint-Simon, Louis Blanc, Wilhelm Weitling, y Karl Marx, el pueblo respondió fundando el Partido Socialista Obrero Español (1879) y La Unión General de Trabajadores (1882).De allí, siguió el despliegue anarquista-bakunista en los Congresos Socialistas de 1885 y 1889, y como no, las huelgas masivas, como la huelga general del 1 de mayo de 1890 o la huelga de la minería asturiana también de 1890, y las huelgas de Bilbao entre 1890 y 1892.Siguieron también las revueltas sangrientas, como la de Jerez en 1892, y los atentados, como el atentado anarquista perpetrado en el Liceo de Barcelona en 1893 (y luego el asesinato de Cánovas en 1897).Por último, vemos un incremento en la publicación de propaganda obrera como Química de la cuestión social o sea Organismo Científico de la revolución (1886), Garibaldi, historia liberal del siglo XIX (1889), Sociología Anarquista (1890), o Los partits socialistes espanyols (1892)16, y la publicación de periódicos – muchos de ellos anarquistas – como la importante Revista Social (Madrid, 1881), La Anarquía (Madrid, 1890), La Tramontana (Barcelona, 1881), Acracia (Barcelona, 1886), El Productor (Barcelona, 1887), La Libertad (Barcelona, 1888), El Rebelde (Zaragoza, 1887), y Los Desheredados (Sabadell, 1886). En fin, el pueblo, altamente receptivo a las divisiones sociales agravadas por el desarrollo burgués y capitalista, asimila una ideología de oposición 17.

Valle-Inclán no dudó en revelar, tras su emergente estilo y sus cuadros narrativos, el deprimente balance sociopolítico de la España de finales del siglo XIX.Conviene advertir sin embargo, que mucho de su labor se dedicó a cuestiones literarias que poco se relacionaban con este tema.Reseñas como «Tristana, novela de don Benito Pérez Galdós» o los cuentos y las novelas cortas como«Recuerdos de España», «Zan el de los osos», «Cómo escribió Zorilla Don Juan Tenorio», «¡Caritativa!», y «El canario», entre muchos otros, sirven como buen ejemplos del brillo estético que efectivamente cultivaba y perfeccionaba el autor bajo el flujo del modernismo.Aun así, los diez artículos de tono político son verdaderamente reveladores y no deben obviarse a la hora de analizar la evolución ideológica de Valle-Inclán.Como lo harían Unamuno, Azorín, Maetzu y Blasco Ibáñez, el joven Valle-Inclán supo como captar la abierta confrontación que bullía en España entre la oligarquía burguesa, propietaria y centralista, apoyando el feudalismo histórico-tradicional y altamente conservador de la «vieja España», y las clases trabajadoras, apoyando la revolución obrera proveniente de un raciocinio liberal y progresista.Y es de señalar que Valle-Inclán se interesa por la causa del proletariado, educando a su lector y engrandeciendo a los líderes liberales mientras detalla los abusos del gobierno.

Aunque no es el momento ahora de trazar la actitud ideológica de Valle-Inclán a lo largo de su carrera (por falta de espacio y por el hecho de que otros críticos como Zas, Hormigón, Dougherty, Cardona y Zahareas han emprendido este arduo camino con resultados muy dispares), se puede afirmar que, al comprometerse con la vocación de escritor durante su primera estancia en México, Valle-Inclán no mostró ningún interés significativo por el tradicionalismo ni el carlismo.El único artículo – «Las verbenas» – propuesto por Zas como ejemplo de la actitud tradicionalista de Valle-Inclán, no llega a convencernos de esta postura.A la luz de artículos como «Ecos de la prensa española», «Pablo Iglesias», «Una reunión de obreros», o «Quiebra escandalosa» (artículos que Zas no incluye en su análisis), el tradicionalismo no encuentra cabida dentro del pensamiento valleinclanesco en México.Tampoco vemos, como nos sugiere Hormigón, que Valle-Inclán «respeta el orden y las jerarquías» tal como se representaban en su tiempo, puesto que su disgusto por el sistema Canovista y su simpatía por idearios liberales y progresistas, salta a la vista.Y por último, Valle-Inclán en efecto da «vuelo a la fantasía» como señala Fichter, pero para engrandecer a los líderes socialistas y republicanos como Iglesias y Salmerón.En cuanto a captar los agravios que debilitaban a España no existe fantasía ninguna en sus artículos políticos.Podemos concluir, pues, que el joven Valle-Inclán, durante su visita a México entre 1892 y 1893, se mostró un simpatizante de las ideologías proletarias que iban tomando cuerpo en España a finales del siglo XIX.Y digo aquí simpatizante porque su pensamiento sociopolítico – indudablemente más transparente en algunos casos que otros – se representa tal como era: el de un hombre en vías de formación ideológica.


 

Nicolas Fernández Medina
junio 2004
Obras consultadas
- Barja, César.Libros y autores contemporáneos.Nueva York, 1935. 
- Blanco Aguinaga, Carlos.Juventud del 98.Madrid: Taurus, 1998.
- Cardona, Rodolfo y Zahareas, Anthony.Visión del esperpento: teoría y práctica en los  esperpentos de Valle-Inclán.Madrid: Castalia, 1982.
- Carr, Raymond.Spain 1808-1975.Oxford: Oxford University Press, 1982.
- Comín Colomer, Eduardo.El anarquismo contra España (De «La mano negra» a la huelga de «La Canadiense»).Temas Españoles 146 (1959): 10-11.
- Dougherty, Dru.Valle-Inclán y la Segunda República.Valencia: Pre-Textos, 1986. 
- Fichter, William L.«Comienzos literarios (La formación literaria de Valle Inclán)»,Ramón del Valle-Inclán, an Appraisal of his Life and Works.New York: Las Americas Publishing, 1968.
- Giner, Salvador.Historia del pensamiento social.Esplugues de Llobregat: Ariel, 1975.
- Guerrero Bueno, Obdulia.América en Valle-Inclán.Madrid: Albar Editorial, 1984.
- Hormigón, Juan Antonio.Ramón del Valle-Inclán. La política, la cultura, el realismo y el pueblo. Madrid: Felmar, 1972.
-______________,Valle-Inclán.Cronología, escritos dispersos, epistolario. Madrid: Fundación Banco Exterior.1987.
- Ibáñez, Vicente Blasco. La bodega.Madrid: Cátedra, 1998. 
- Morales Muñoz, Manuel.Cultural e ideología en el anarquismo español (1870-1910), Málaga: Cedma, 2002.
- Padilla, Antonio.El movimiento socialista español.Barcelona: Editorial Planeta, 1977.
- Schneider, Luis Mario.Todo Valle-Inclán en México.México: UNAM, 1992.
- Speratti-Piñedo, Susana «Valle-Inclán y México: Parte I Sonata de estío». Ramón del Valle-Inclán, an Appraisal of his Life and Works.New York: Las Americas Publishing, 1968.
- Tuñón de Lara, Manuel.El movimiento obrero en la historia de España.Madrid: Taurus, 1972.
- Valle-Inclán, Ramon del.Femeninas; Epitalamio.Madrid. Cátedra, 1992.
- _________________, Sonata de primavera, Sonta de estío; memorias del Marqués de Bradomín. Buenos Aires: Editorial Losada, 1938.
- _________________, Tirano BanderasMadrid: Espasa-Calpe, 1978.
- _________________, Los cruzados de la causa.Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1944.
- Zas, Margarita Santos.Tradicionalismo y literatura en Valle-Inclán (1889-1910). Boulder: University of Colorado at Boulder, 1993.

 

NOTAS

1Valle-Inclán llegó al puerto de Veracruz el día 7 de setiembre, y luego a la ciudad de México el día 18.Partiría para Nueva York el 13 de noviembre.

2. En el estudio de Emma Susana Speratti-Piñedo leemos que «la novela [Sonata de estío] es la primera tentativa de amplio vuelo para recoger las impresiones que México, visitado unos diez años atrás, dejó en Valle-Inclán».(224).Por otra parte, tanto César Barja como W. L. Fichter señalan que «la forma primitiva (aunque incompleta) de esta última «La niña Chole», una de las seis historias de Femeninas se puede vislumbrar en el breve relato «Bajo los trópicos» escrito en 1892 en México (Fichter 151).

3 Aunque Valle-Inclán escribió algunos cuentos y artículos antes de su llegada a México (por ejemplo, «A media noche» y «El rey de la máscara»), me parece razonable considerar sus escritos en este país como su primera apertura a su vocación como escritor.Me baso en que 1) Valle-Inclán rompió definitivamente con su familia y su carrera de abogado para poder viajar a México, y 2) durante su estancia en México, se ganó la vida escribiendo, algo que hasta entonces, nunca tuvo que hacer.«Pues bien, para no terminar [la carrera], me trasladé a México con el dinero que me dieron [mis padres] para recibirme, y aquí empecé a seguir mi propio camino, es decir, el literario...» (Schneider 75).

 
4.  Alfredo Brañas (1859-1900), conocedor de la doctrina carlista y profesor en la Facultad de derecho, apoyaba un regionalismo gallego que se industriaba en mantener «el viejo orden en franca y lógica retirada».Así pues, nos dice Zas que «no es papel de sustrato jugado por las teorías del profesor compostelano en el desarrollo ideológico de Valle-Inclán» (66).
 
5 Nos dice Hormigón que la llegada a Madrid de Salmerón se debe a que fue «elegido concejal de las elecciones municipales, por el distrito de Gracia, en Barcelona» (La Política 114).Para Raymond Carr, «Salmerón was an astute politician intriguing for leadership of the [Republican] party by smudging the distinction between evolution and revolution» (361).
 
6. Todos ellos eran figuras importantes en el movimiento republicano en España.Pi y Margall por ejemplo, fue un político de renombre en las esfera republicanas y liberales por su creencia en la revolución forzosa:movimiento que, inspirado en el principio federalista, se asentaría sobre la libertad de los pactos como sustitutos del concepto de autoridad.Paulatinamente se perfilaría como el líder del Partido Republicano Federalista, del que alcanza la jefatura en marzo de 1870.Cuando dimite Estanislao Figueras de la presidencia de la primera república, accede a la presidencia con un amplio plan de reformas.
 
7. Nos dice Hormigón que las tres victimas eran «un campesino, un propietario y un viajante» (La política 115).Los organizadores de la concentración anarquista tanto como los manifestantes, fueron condenados a muerte o cadena perpetua.«José Fernández Lamela, repartidor y propagandista de periódicos anacroides... condenado a muerte por el consejo de guerra verificado el día de febrero de 1892, como cabecilla del delito de rebelión, además de ser responsable del viajante de vinos, José Soto.Lo propio se hizo con Antonio Zarzuela, por causas idénticas.«Buisqui» [Manuel Fernández Reina] y el «El Lebrijano» [Maneul Silva Leal] también fueron condenados a muerte.Tenían sobre sí el asesinato del joven Palomino, además de otras violencias.Y Félix Grávalo «El Madrileño», José Romero Lama, Manuel Caro Clavo y Antonio Gonzáles Macías, salieron con cadena perpetua» (Comín Colomer 11).Para más detalles de esta revuelta también se puede consultar la obra de Vicente Blasco Ibáñez titulada La Bodega.
 
8. Fermin Salvochea y Álvarez (1842-1907) es considerado uno de los gran fundadores del anarquismo español.Ayudó inmensamente con la propagación de los ideales del anarquismo como líder político (Cádiz) y a través de sus diversas publicaciones en las que aparecían traducciones de textos de Peter Kropotkin.Durante la revuelta de Jerez, Salvochea se encontraba encarcelado en Cádiz.Aun así, le dieron doce años de prisión por organizador.
 
9.«El artículo sobre el anarquismo se inicia con un imaginario paseo del escritor por Recoletos, acompañado de un amigo, y se cruza por azar con Salvochea.«Este personaje no sale bien parado y Valle pone en boca de su interlocutor la frase acusatoria: «Todo el busilis está en que no se llama jefe, aun cuando de hecho lo sea, y más absoluto que Colomadre...», como comentario a la falta de organización jerarquizada en el movimiento anarquista» (Hormigón La política 115). 
 
10 Como nos lo explica Raymond Carr, es a partir de la revuelta de Jerez que empezó a cambiar el modus operandi de los anarquistas, que poco a poco, irían disminuyendo en número: «Spasmodic [anarchist] revolt was replaced by loosely organized strikes.These strikes culminated with a general strike in Córdoba in 1903.The movement was killed by hunger – 1904 was almost a famine year – and for the next decade anarchism remained as a hope in the hearts of a few fanáticos; as an organized movement it almost ceased to exist in the rural south» (443).Desde el punto de vista de Salvador Giner sin embargo, «España es el país más importante en la historia del movimiento anarquista... hay que reconocer que el anarquismo español es más un receptor de ideas que una creador de las mismas, aunque fuera el que más las pusiera en práctica entre todos los movimientos anarquistas» (442-443).
11. Como apunta Manuel Morales Muñoz «… el Primer y Segundo Certamen Socialista, celebrados, respectivamente, en 1885 y 1889… constituyen posiblemente los dos acontecimientos claves en la configuración doctrinal del anarquismo español.Además de contar con la participación de la práctica totalidad de los teóricos anarquistas españoles más importantes del momento... en ellos colaboraron igualmente figuras relevante del anarquismo internacional...En conjunto, los trabajos premiados en ambos certámenes, y publicados en dos gruesos volúmenes, representan las dos iniciativas más acabadas del anarquismo hispano por dar una visión global de la sociedad del momento» (18).
12. Valle-Inclán describe a Pablo Iglesias con cualidades de un fornido campesino gallego:Incluyen además, un color de ojos y cabello que en efecto no cuadran con la descripción real del líder socialista.Fichter nos dice que «al atribuir ésta y otras cualidades comunes a Pablo Iglesias y su prototipo, Valle-Inclán ni siquiera cuidó de cambiar los detalles que invalidaban la descripción de aquél si es que se daba cuenta de ellos, lo que puede dudarse (Pablo Iglesias tenía la barba rubia, los ojos azules, de un azul intenso)» (183). 
13. José de Echegaray (1833-1916) llegó a ser Ministro de Obras Públicas y Ministro de Finanzas.Fue un dramaturgo prolífico, ganando el Premio Nobel en 1904.Emilio Castelar (1832-1899) actuó en la vida política defendiendo las ideas democráticas; fundó el periódico La Democracia, en 1863, y apoyó el republicanismo individualista, oponiéndose al federalismo republicano de Pi y Margall.Conspiró contra Isabel II y tuvo que exilarse a Francia, donde permaneció hasta la revolución de septiembre (1868). El partido republicano le nombró triunviro junto a Pi y Margall y a Figueras. Diputado por Zaragoza a las cortes constituyentes de 1869. Al proclamarse la primera república ocupó la cartera de Estado en el ministerio Figueras, y posteriormente, después de la dimisión de Salmerón, la presidencia del poder ejecutivo. Gobernó con las cortes cerradas y combatió simultáneamente a carlistas y cantonales.Defendió el sufragio universal, la libertad religiosa y un republicanismo conservador y evolucionista (el posibilismo).Emilia Pardo Bazán (1851-1921) fue una de las escritoras españolas más eminentes del siglo XIX. Escribió más de 500 obras utilizando una variedad de géneros literarios, aunque se conoce más como novelista.  Una de sus mayores contribuciones fue el hecho de propagar el movimiento literario del naturalismo en España, iniciando un gran debate sobre el tema.  Pardo Bazán además, fue una de las primeras feministas de su época y partidaria del movimiento regionalista gallego.  Publicó varios artículos en los cuales denuncia el sexismo predominante en España y sugiere cambios a favor de la mujer, empezando con la posibilidad de una educación semejante al que recibía el hombre.

14. Facundo Perezagua organizó la primera agrupación socialista en el País Vasco, concretamente en Bilbao, en 1886.

 
15. En cuanto al paro, Valle-Inclán posiblemente se refería a la situación agraria en España durante este periodo.Aunque el sector industrial seguía creciendo en áreas como Cataluña y País Vasco gracias a inversiones extranjeras, el sector agrario se vio afectado, como era común, por temporadas más inestables.Por ejemplo, entre 1882 y 1892, aunque España lideraba la producción europea de vino, los cereales experimentaron un colapso de precios, creando una crisis en el sector (Carr 392-393).
 
16. Química de la cuestión social o sea Organismo Científico de la revolución corre a cuenta de Teobaldo Nieva.Rafael Farga Pellicer publicó Garibaldi, historia liberal del siglo XIX.Farga Pellicer fue un escritor y representante del Centro Federal de las Sociedades Obreras de Barcelona empezando en 1868.Su obra es amplísima y consta con 2,396 páginas.Sociología Anarquista es obra de Juan Montseny (Federico Urales), gran educador y líder anarquista catalán, cuyo hija fue la conocida Federica Montseny.Joseps Llunas i Pujals publicó Los partits socialiestes espanyols.A principios de 1870, comienza a participar en el partido socialista en varios cargos.En 1880 funda la revista anarquistaLa Teula que luego se convertiría en La tramontana (1887-1895).Publicaría también algunos folletos propagandísticos como Estudios filosófico-sociales (1882) o Questions sociales (1891).

17. No olvidemos tampoco que es en esta época que emerge gran apoyo para los movimientos regionalistas y la autodeterminación regional (piénsese en la Renaixenca catalana de Jacinto Verdaguer entre los años 1881 y 1905 por ejemplo).


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                                                                                                                                                                                      El Pasajero, estío 2004